En un inicio, se trataba de un material al alcance de todos en muchas costas. Además, su adaptabilidad y su gran durabilidad lo han convertido siempre en un elemento idóneo para este tipo de aplicaciones.
La madera es resistente al agua, ya sea dulce o salada. Y, por supuesto, también al calor. En el caso de las pasarelas, nos permiten cruzarlas descalzos sin quemarnos las plantas de los pies, algo que se agradece cuando llegas dando saltos, huyendo del ardor de la arena.
Otro punto, más allá del nivel funcional, es su estética. Normalmente, la madera que se utiliza para este tipo de caminitos suele tener un tono apagado y casi ceniciento, como el de la propia arena. De este modo, se mimetiza de forma perfecta con el ambiente, sin destacar por encima del resto de elementos que requieren nuestra atención en un lugar tan idílico: el mar, o las sombrillas, en más ocasiones de las que nos gustaría.
La durabilidad de las pasarelas dependerá del tipo de madera que elijamos, ya sea natural o con un tratamiento adicional. Del mismo modo, no todos los tipos de arena son iguales, y eso también es algo a tener en cuenta por el efecto que pueda producir al caminar sobre ella.
Dicho esto, podríamos resumirlo todo en que no hay mejor material para utilizar en zonas costeras que la madera.